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Fue en 1859 que Charles Darwin, en el año en el cual cumplía su aniversario número 50, publicó su libro, decisivo en la historia de la teoría evolutiva y de las ciencias de la vida en general, ˜El Origen de las Especies˜.
Esto, junto al hecho también destacable de cumplirse los 200 años de la publicación del libro Filosofía Zoológica de Jean Baptiste Lamarck, vuelve al año 2009 particularmente singular en lo que refiere a aniversarios de hitos sobre la historia y desarrollo de las ciencias naturales.
Por qué no decirlo, historia del conjunto de las áreas de la ciencia. Desde el punto de vista histórico, la teoría de la evolución constituye una de las grandes revoluciones que han cambiado el devenir de la ciencia, siendo, además, una de las de mayor impacto cultural. Esta ha permeado rácticamente todas las áreas del accionar humano, abarcando aspectos como el religioso, el cultural, el económico o el filosófico.
Desde sus orígenes el trabajo de Darwin y la teoría evolutiva fue ganando terreno dentro de la biología hasta cubrir virtualmente todos sus rincones.
Tal vez la mentada frase de Theodosius Dobzhansky ˜nada tiene sentido en biología, excepto a la luz de la evolución˜, sea la versión in extremis de este hecho. Pero claramente, no limitó su área de acción y ha permeado prácticamente todas las áreas del accionar humano.
De la misma manera que la Física en el Renacimiento y en el período denominado como Revolución Científica (en realidad, revolución físicomatemática), la biología evolutiva ha tenido una relación en parte conflictiva con algunas corrientes de pensamiento filosófico y religioso. Aún hoy es motivo de resistencias por parte de ciertos sectores de la población y, al mismo tiempo, comprensión limitada de sus alcances.
Las importantes transformaciones que la teoría de la evolución ha sufrido a lo largo de su historia agravan esta situación: fuera del ámbito de los especialistas en la disciplina persisten dificultades para comprender la verdadera naturaleza de la revolución darwiniana, en particular con respecto a la teoría de Lamarck.
Aunque existen estándares establecidos de enseñanza de la disciplina que buscan mantener tanto la autonomía de la ciencia y la laicidad de la enseñanza como el respeto a las opciones filosóficas y religiosas de los ciudadanos (véase, por ejemplo, el Informe de la National Academy of Sciencies de EE.UU., 2008), las discusiones al respecto permanecen.